El retrato de Felipe II, de Antonio Moro, invitado especial en la Galería de Colecciones Reales

Perteneció a la familia de Diana de Gales y llegó a España gracias a la compra que ejecutó el Museo de Bellas Artes de Bilbao

Instalación de la Obra Invitada
Instalación de la Obra Invitada
  1. En buenas manos
  2. Propiedad de la familia Spencer
  3. Retrato de un viaje iniciático
La Obra Invitada instalada en la Sala Austrias de la Galería
La Obra Invitada instalada en la Sala Austrias de la Galería

Este miércoles tuvo lugar en la Galería de Colecciones Reales un acontecimiento especial. El retrato de Felipe II de Antonio Moro llegó a Madrid, al museo, como obra invitada, procedente del Museo de Bellas Artes de Bilbao , en el que se exhibe desde 1992. 

Monarquía Confidencial acudió a la sala de los Austrias del museo para admirar esa obra. Presentaron la pieza la presidenta de Patrimonio Nacional, Ana de la Cueva, la directora de la Galería de las Colecciones Reales, Leticia Ruiz, y el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza. Permanecerá en la Galería durante un año.

En buenas manos

“La obra estará en buenas manos mientras el arquitecto Norman Foster realiza la ampliación del Museo de Bilbao”, aseguró Zugaza. 

Tanto la presidenta de Patrimonio Nacional, Ana de la Cueva, como Miguel Zugaza , relataron las numerosas reuniones previas que mantuvieron para que se gestara esta colaboración entre ambas instituciones y que el retrato pudiera ser admirado por más gente. 

“Inaugurar el espacio de la pieza invitada es hacer honor a nuestra esencia, porque queremos ser un espacio vivo, despierto, que rota, que se mueve. Y este es el primer paso”, dijo Ana de la Cueva.

El director del Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza, mostró su satisfacción por esta primera colaboración con la Galería, que trae a sus salas “uno de los mejores ejemplos de la retratística renacentista vinculada a la Corona y una de las obras más importantes de la colección del museo de Bilbao”.

Propiedad de la familia Spencer

La sorpresa llegó cuando Zugaza reveló que la pieza perteneció a los condes Spencer: “La obra formaba parte de la colección del padre de Diana de Gales”. 

El retrato de Moro no aparece en ninguno de los inventarios reales españoles, lo que indica quizás otra procedencia y no un encargo directo de Felipe o de otro miembro real. Su existencia sólo puede documentarse a partir de 1746, cuando es mencionado en la colección de los condes de Spencer, donde ha permanecido hasta su adquisición por el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1992.  

De ahí, la inscripción que figura en inglés sobre el fondo del retrato en su parte superior –“Philip 2nd King of Spain // Ant. More Pt.”

 

Retrato de un viaje iniciático

Felipe II posó para Antonio Moro a los 22 años, durante su llamado “Felicíssimo Viaje” para ser presentado como heredero ante los Estados Generales de Flandes. Aquel periplo resultó decisivo políticamente, pero también fue esencial en la educación artística del futuro rey, ya que fue entonces cuando entró en contacto con el arte internacional: palacios, jardines flamencos, tapicerías, armaduras… y artistas como Tiziano o el propio Moro.

El cuadro es una de las primeras imágenes que se conservan de Felipe II. Antonio Moro define con su pincel al joven Felipe como príncipe del Renacimiento. La importancia reside no sólo en el rostro -con la característica inexpresividad de la iconografía filipina que define la majestad- sino también en el vestido. 

El príncipe luce un lujoso atuendo cortesano, en el que el pintor hace especial énfasis, y sobre el que pende un collar, el Vellocino o Toisón de Oro, símbolo de la orden del mismo nombre. Destacan las abundantes joyas en forma de botonadura, el rico cinturón o talabarte y la lujosísima empuñadura de la espada, cuajada de perlas y piedras preciosas.

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