Kate Middleton prohibe al príncipe Guillermo tatuarse en la espalda un ángel como el de David Beckham

El hijo mayor del Príncipe de Gales quería tatuarse un ángel en su espalda, similar al que lleva el futbolista David Beckham. Su novia, Kate Middleton, parece que le ha disuadido. Sin embargo, esta costumbre no es nueva en la realeza británica. La inició su cuarto abuelo el rey Eduardo VII que en 1862 se hizo tatuar para conmemorar su estancia en Tierra Santa.

El príncipe Guillermo manifestó a sus antiguos colegas navales su deseo de tatuarse un ángel como el que el futbolista David Beckham tiene en la espalda. Un marino del HMS Iron Duke, buque en el que Guillermo servía en el Caribe a principios de este mes, declaró que muchos a bordo llevaban tatuajes y que Guillermo quedó fascinado con la idea de hacerse uno. Preguntó si era doloroso y qué pensarían si él decidía realizarse uno en sus hombros.

Parece que sus compañeros no pensaron que era una idea firme aunque el Príncipe manifestó que quien le detenía para hacerlo era su novia Kate. Desde luego, en Gran Bretaña, desde el siglo XIX, y también en la Familia Real, es común el tatuarse. Lo mismo pasaba en la alta clase británica. La revista Harmsworth publicó en 1898 que una quinta parte de la gentry estaba tatuada. Lo estaba Sir Winston Churchill, y también su madre, Lady Randolph Churchill.

Es sabido que era usual en los marinos tatuarse. Con el regreso de los marineros europeos de sus viajes por los mares del sur del Pacífico, en el siglo XIX, los tatuajes se hicieron populares en Europa y América del Norte. Hasta entonces sólo se empleaban como marca para esclavos, presos y desertores y entre personas de baja extracción social.

Pero ya en 1862 el entonces Príncipe de Gales, luego rey Eduardo VII de Inglaterra, cuarto tatarabuelo del príncipe Guillermo, fue tatuado en conmemoración de su estancia en Tierra Santa, costumbre de la época que perdura aún hoy entre los cristianos coptos. Lo mismo hizo su hijo el rey Jorge V en 1892 cuando se tatuó la cruz de Jerusalén después de visitar los Santos Lugares. También se hizo tatuar un dragón en el antebrazo tras una visita a Japón.

Por ser marinos, se tatuaron los hijos de Jorge V, los duques de Clarence y York, y por lo mismo lo hicieron el Conde de Barcelona –que como es sabido sirvió en la Royal Navy tras tener que abandonar la Escuela Naval de San Fernando al caer la monarquía-, el rey Federico IX de Dinamarca y el príncipe Amadeo de Saboya, V Duque de Aosta. Pero también otros miembros de la realeza europea lucieron tatuajes en su piel. La lista es larga pero podemos destacar a Nicolás II de Rusia, Alejandro I de Yugoslavia, Alfonso XIII de España, Oscar II de Suecia, Guillermo II de Alemania o el príncipe consorte Alberto, esposo de la reina Victoria. Y entre las mujeres la reina Olga de los Helenos, esposa de Jorge I.

Amadeo-Martín Rey y Cabieses

 

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