Otto de Habsburgo: "Sólo pude vivir diariamente con mis parientes con la caída de la Monarquía"

Heredero de una de las dinastías europeas más sobresalientes y arcaicas del mundo, Otto de Habsburgo, hijo de Carlos I de Hungría -último emperador de Austria- y la emperatriz y reina Zita de Borbón-Parma, se sincera con el rotativo francés "Le Figaro" y echa un vistazo a su sorprendente pasado. El Archiduque, que el próximo 20 de noviembre cumplirá 96 años, mantiene intacto su intelecto, aunque ahora disfruta más escribiendo sobre las elecciones americanas que recordando su propia existencia. De Francisco José, su tío bisabuelo, dice que "tenía algo de Dios" y de Europa sigue destacando la que es para él su mayor fortaleza, "la cultura".

El rotativo francés "Le Figaro" publicó ayer una interesante entrevista a Otto de Habsburgo, el hijo mayor del último emperador de Austria. Aquel niño de cabellos rubios que posaba al lado de Francisco José, su tío bisabuelo -"tenía algo de Dios, era toda una institución", dice-, cumplirá el próximo 20 de noviembre 96 años, pero aún recuerda el horror de la Primera Guerra Mundial; a su madre, la emperatriz y reina Zita, y cómo su padre, Carlos I, fue coronado rey de Hungría.

"Le Figaro", en una apasionante semblanza, relata cómo al Archiduque, que ahora reside en una casa en Pöcking (Baviera) desde su expulsión de Austria y Hungría, le interesa más escribir sobre las elecciones americanas y las diferencias y semejanzas entre John McCain y Barack Obama que recordar su propia vida.

A pesar de su avanzada edad, Otto de Habsburgo mantiene intacto su intelecto. Es capaz de explicar la guerra de Irak como consecuencia del desmantelamiento del Imperio Otomano, al mismo tiempo que asemeja la estrategia de Vládimir Putin en el Cáucaso a la política de los zares.

Su padre, destronado y exiliado, falleció prematuramente en Madeira en 1922. Fue entonces cuando Otto fue nombrado jefe de la Casa de los Habsburgo y tuvo que enfrentarse a la amenaza nazi sobre Austria y, entre otras cosas, a que la Gestapo pusiera precio a su cabeza.

La entrevista no tiene desperdicio. El Archiduque lamenta que su padre estuviera "casi siempre ausente" durante su reinado de 1916 a 1918 -"sólo pude vivir diariamente con mis parientes con la caída de la Monarquía", afirma-, pero también subraya y valora "su obsesión por la paz, mientras que otros jefes de Estado tardaban tanto en dar órdenes desde sus oficinas".  

Tampoco se olvida de cargar las tintas contra Benes, entonces presidente checo, que declaró en una ocasión que prefería a Hitler gobernando Viena antes que a los Habsburgo. "Bueno, vimos el resultado: el nazismo, el comunismo y a una Europa sufriendo 50 años de totalitarismo", analiza el Archiduque, que se declara a lo largo de la entrevista admirador de Konrad Adenauer y De Gaulle, que admira la cultura europea -"mi madre es una Borbón y la admiro"-, y que, con algo de gracia, bromea sobre cómo le ha afectado la crisis financiera actual: "No mucho. Las crisis económicas jamás son mortales; todo lo contrario que las políticas".

 

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