El Vaticano apoya al Gran Duque de Luxemburgo por no firmar la ley que despenaliza la eutanasia

"Al Gran Duque enviamos toda nuestra solidaridad y el apoyo de todos los cristianos", dijo ayer el cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz. El pasado 2 de diciembre, el Gran Duque de Luxemburgo se negó a firmar una ley para despenalizar la eutanasia, y la única solución que se le ocurrió para mantenerse fiel a sus ideas y no abdicar fue la de proponer que se limitara su poder por la vía constitucional. Según "Le Figaro", muchos piensan que las espantadas de Enrique se deben a la influencia de su mujer María Teresa, plebeya de origen cubano y familiar del dictador Fulgencio Batista, expulsado de la isla por la Revolución de 1959.

El Vaticano expresó ayer la solidaridad y apoyo de "todos los cristianos" al Gran Duque de Luxemburgo, Enrique I, por negarse a firmar una ley para despenalizar la eutanasia. "Al Gran Duque enviamos toda nuestra solidaridad y el apoyo de todos los cristianos", dijo ayer el cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, durante la presentación del mensaje del papa Benedicto XVI con motivo de la próxima jornada mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero de 2009. El pasado 2 de diciembre, el Gran Duque de Luxemburgo se negó a firmar una ley para despenalizar la eutanasia, invocando "razones de conciencia".

La noticia sigue trayendo cola en los medios europeos. Según ha publicado “Le Figaro”, la única solución que se le ocurrió a Enrique I para mantenerse fiel a sus ideas y no abdicar fue la de proponer que se limitara su poder por la vía constitucional.

El del Vaticano no es el primer apoyo que recibe Enrique I por su decisión. Ya habían alabado sus opiniones Gastón Gibéryen, jefe del pequeño grupo parlamentario de derechas ADR y el “Luxemburger Wort”, financiado por el Episcopado. La mayoría de la clase política, sin embargo, critica el gesto del Gran Duque, aclara el periódico francés, que también resalta el temor de los responsables políticos a que el soberano hubiera abierto con este tema un debate sobre la Monarquía en Luxemburgo.

En 1919, la bisabuela de Enrique, Marie-Adélaïde, se vio obligada a abdicar tras defender la reforma plena de la enseñanza encabezada por la Iglesia. “Se inmiscuyó en el debate político, cuando no podía hacerlo”, subrayó el presidente del grupo socialista Ben Fayot que, al igual que otros muchos, piensa que las espantadas de Enrique se deben a la influencia de su mujer María Teresa, plebeya de origen cubano y familiar de Fulgencio Batista, expulsado de la isla por la Revolución de 1959. 

 

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