La infanta Elena cumple con la tradición anual de venerar al Jesús de Medinaceli

La primogénita de los Reyes cumplió ayer con la tradición de la Familia Real de acudir el primer viernes de marzo a la basílica madrileña de Jesús de Medinaceli para venerar la imagen del Cristo.

Doña Elena llegó por la mañana a la basílica, donde la esperaban religiosos de la orden de los frailes capuchinos que custodian la imagen de Jesús Nazareno, y respondió a las muestras de simpatía de los feligreses que se agolpaban junto al pasillo central del templo para estrechar su mano. Mientras el órgano de la iglesia interpretaba el himno nacional, la Infanta se acercó a la imagen del Nazareno, una talla de la escuela sevillana que data de 1640, a la que besó el pie derecho, como marca la tradición, y se apartó después para orar unos instantes ante el altar. Al salir del templo, doña Elena estrechó también la mano de los fieles que se acercaban a saludarla -entre ellos una mujer que le entregó una estampa de la Virgen-, antes de subir al automóvil en el que regresó al Palacio de la Zarzuela. La tradición de que un miembro de la Familia Real venere este popular Cristo, tallado por encargo del Duque de Medinaceli, se remonta a finales del siglo XVII, después de que la imagen fuera recuperada de manos de los musulmanes. Como el Cristo fue rescatado el viernes de Cuaresma de 1682, que coincidió con el primer viernes de marzo, surgió la devoción de llegar hasta él ese día del año y besar su pie con "una mirada desde el corazón" para exponerle los problemas del alma o pedir por familiares y amigos.

 

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