Urdangarín y las impaciencias del juez Castro

Se puso nervioso el juez instructor de Palma de Mallorca, José Castro, durante la maratoniana toma de declaración a Iñaki Urdangarín.

Confieso que no he llegado a entender bien por qué la comparecencia ha tenido que celebrarse un sábado y un domingo, ni tampoco que hubiera sido preciso acabar a altas horas de la madrugada.

Dicho lo cual, me detengo en las impaciencias de su señoría.

"Para eso, mejor que no hubiera venido", espetó al duque de Palma, por lo visto harto de sus respuestas elusivas y su "no sé nada" o "no lo recuerdo".

Desde mi punto de vista, tal exclamación sobraba. Porque, como bien sabe su señoría, la situación de Urdangarín es la de una persona imputada. Por tanto, legalmente tiene derecho a no contestar a unas u otras preguntas, y, en su caso, responder según su mejor conveniencia.

Todo ello en uso del elemental y universal derecho a no auto imputarse, a no declarar contra sí mismo.

Eso lo conoce muy bien el juez, y por tanto estaban de más sus exclamaciones decepcionadas.

Y, además, José Castro dio otro paso, y "advirtió" el yerno del rey que sus evasivas podrían obligarle a dictar resolución citando a declarar a su esposa, la infanta Cristina.

Sobraba, igualmente, la amenaza.

 

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