Impresionante despedida de Viena a Otto de Habsburgo. La infanta Cristina asistió por la Casa Real, que optó por una representación de tercer nivel al contrario que Suecia

(Viena. Crónica de José Apezarena, enviado de Monarquía Confidencial)

El funeral oficial y entierro de Otto de Habsburgo, celebrado el sábado en Viena, ha constituido una impresionante manifestación de aprecio popular al fallecido hijo de los últimos emperadores austro-húngaros. A pesar de una cierta frialdad oficial, miles de ciudadanos le acompañaron. Algunas casas reales, como la de Suecia, se volcaron, mientras que España ha enviado a la infanta Cristina, una representación de tercer nivel podríamos decir.

A los actos asistieron tres jefes de estado y cabezas de casa real: el rey de Suecia, Carlos Gustavo, con su esposa Silvia; el gran duque Enrique de Luxemburgo y el príncipe Hans Adam de Liechtenstein. Además, estaban presentes Simeón de Bulgaria (de Sajonia-Coburgo-Gotha) y Miguel de Rumanía. También se vieron representadas las casas reales de Bélgica y Reino Unido.

En el caso de España, la Casa Real ha querido estar presente pero en un tercer nivel. Es decir: ni los reyes, ni los príncipes de Asturias, sino la hija menor de don Juan Carlos, Cristina. Hay que recordar que Otto de Habsburgo vivió un tiempo en España, durante su exilio. Y que el rey Alfonso XII estuvo casado con una Habsburgo, María Cristina, que fue reina regente hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII.

Acudieron igualmente el presidente de Austria, Heinz Fischer; el de Georgia, Michail Saakaschwili; los jefes de Gobierno de Croacia, Jadranka Kosor, y Macedonia, Nikola Gruevski; el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, y otras personalidades.

Una agencia privada

El Gobierno austríaco ha tratado de mantenerse al margen de estas celebraciones, como lo muestra la ausencia de las principales personalidades, pero también el hecho de que el protocolo del acto ha corrido a cargo de la Orden de Malta, y que el aparato de prensa ha sido encargado por la familia Habsburgo a una agencia privada de comunicación. Más de trescientos periodistas fueron acreditados para cubrir los actos, muy pocos de ellos presentes en el interior de la Catedral de San Esteban, y el resto en tribunas a lo largo del recorrido y en el propio centro de prensa.

También los servicios sanitarios fueron cubiertos por ambulancias y equipos de la Orden de Malta, muy activa en Suecia.

El solemne funeral en San Esteban fue retransmitido por la radio de la catedral, y la señal de TV la suministró la cadena oficial de televisión, la ORF, que además emitió varias horas en directo. Grandes pantallas habían sido colocadas en las calles de Viena, a lo largo del cortejo que discurrió desde la catedral hasta la cripta de los Capuchinos.

Esa cierta frialdad gubernamental quedó compensada por la notable afluencia de personas que siguieron en la calle el desarrollo de las hornas fúnebres. Los dos días anteriores, jueves y viernes, miles de vieneses soportaron larga colas para entrar en la Cripta de los Capuchinos y dar su último adiós al hijo del último emperador austrohúngaro, cuyo féretro estuvo expuesto junto con el de su esposa.

Un imponente desfile

 

El solemne funeral en la catedral de San Esteban, presidido a las tres de la tarde por el cardenal de Viena Christoph Schönburn, consistió en la misa de réquiem de Haydn. Hicieron las lecturas el hijo mayor del fallecido, Carlos de Habsburgo Lorena, y su hijo, Fernando Zvonimir.

La familia Habsburgo al completo tomó la comunión, y la ceremonia terminó con la canto del Salve Regina

Además de las personalidades presentes, entre ellas los reyes de Suecia y la infanta Elena, en el cortejo hacia la iglesia de los Capuchinos desfilaron también cientos de personas, luciendo vistosos uniformes de época, así como trajes típicos de muchas de las regiones que formaron parte del imperio austrohúngaro, incluyendo zonas eslavas, algunas de Croacia y hasta de la hoy italiana Trieste. Lo abría una compañía de honores del ejército austríaco, que desfiló a paso lento a los acordes de una banda de música militar.

Por cierto que algunos historiadores, juristas y políticos austríacos, contrarios a la monarquía, han criticado los fastos, así como la participación del ejército.

Una cripta que no es El Escorial

El féretro con los restos mortales de Otto de Habsburgo, cubierto con paño amarillo y negro, colores de la Casa de Habsburgo, y el escudo de armas imperial, llegó hasta la iglesia de los Capuchinos, para ser inhumados en la intimidad familiar y sin presencia de personas ajenas.

La Cripta de los Capuchinos, desde 1622 lugar de enterramiento de la familia imperial, está compuesta por una serie de salas en las que se guardan los sarcófagos y urnas de 146 miembros de la casa de Habsburgo, que son 148 a partir de ahora por la incorporación de Otto (reposará junto a su madre, la emperatriz Zita) y su esposa Regina.

Siendo una instalación imponente, en cualquier caso la cripta no tiene nada que ver con el monasterio de El Escorial elegido por Felipe II para enterramientos de los miembros de la familia real española, en el que ya se encuentran también los condes de Barcelona, padres de don Juan Carlos.

"No le conocemos"

La ceremonia en la Cripta de los Capuchinos, que se desarrolló a puerta cerrada, tuvo unas características singulares.

Ulrich-Walter Lipp, viejo amigo de la familia y del fallecido Otto de Habsburgo, ofició de maestro de ceremonias, con tres preguntas sucesivas: "¿Quién busca ser admitido?".

La primera vez se respondió con el nombre y condición de príncipe de Austria-Hungría más todos sus títulos. El coro de capuchinos respondió: "No le conocemos". A la segunda pregunta se contestó con su nombre y su condición de presidente del Movimiento Pan-Europea, miembro del Parlamento Europeo y otros títulos civiles. Y la respuesta del coro fue la misma: "No le conocemos".

A la tercera pregunta, la respuesta sobre de quién se trataba fue: "Otto, un mortal, un simple mortal". Y entonces fue 'admitido' su enterramiento.

La tradición marca que el corazón de los miembros de la casa imperial se deposite en la iglesia de los Agustinos, en Viena, pero en el caso de Otto de Habsburgo, por expreso deseo suyo, será enterrado en Hungría, la otra 'mitad' del imperio, en la Abadía de Pannonhalma.

En las fotografías puede verse a la Infanta Elena al salir de la catedral de San Esteban, y en otra junto a Simeón de Bulgaria, así como a los reyes de Suecia, y a los hijos de Otto de Habsburgo, Carlos (este, junto a su hijo Fernando) y Jorge, un momento del desfile, y en la última la cola de personas esperando el viernes para visitar la Cripta de los Capuchinos.

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