II Centenario de la declaración como Venerable de la Reina María Clotilde de Cerdeña

El pasado 10 de abril, en la Iglesia de Santa Catalina, en Nápoles, a las 6 de la tarde, se celebró la Santa Misa en memoria de la Venerable María Clotilde, tras de la cual se depositó una ofrenda floral en su sepulcro.

Nacida el 23 septiembre de 1759 en el palacio de Versalles, cuarta hija del Delfín Luis de Francia y de la Princesa María Josefina de Sajonia, María Clotilde tenía una arraigada fe religiosa. En 1775, con 16 años, contrajo matrimonio con el Príncipe Heredero de Cerdeña, Carlo Emanuele (nieto de Felipe V de España), también muy religioso. Ambos se sujetaron a la regla terciaria de santo Domingo, ella bajo el nombre de María Clotilde de Santa Margarita y él como Carlos Manuel de San Jacinto.

La Revolución francesa procuró a la pareja graves disgustos que soportó con resignación, como las muertes en la guillotina de sus hermanos, Luis XVI y María Isabel, y de su cuñada, María Antonieta, en 1793. Poco después, en 1796, Carlos Manuel subía al trono de Cerdeña y los franceses invadían Piamonte, obligándole a trasladarse, sucesivamente, a Cagliari, Florencia, Roma y Nápoles, en cuya iglesia franciscana de Santa Catalina la Reina pasaba largo tiempo.

María Clotilde falleció, sin dejar descendencia, el 7 de marzo de 1802 con 42 años, siendo sepultada en su querida iglesia de Santa Catalina, tumba que fue restaurada en 1933 por el futuro Humberto II. Su marido abdicó pocas semanas después sus derechos dinásticos en su hermano, Víctor Manuel I, y en 1815, cuando ya contaba 64 años, entró como novicio de los jesuitas, aunque sin alcanzar el sacerdocio, pasando el resto de sus días en Roma, donde falleció el 6 de octubre de 1819, siendo enterrado en la Iglesia de Jesús.

María Clotilde fue conocida como “ángel tutelar del Piamonte” y su nombre fue impuesto a otras Princesas de la Dinastía saboyana que, curiosamente, una de ellas dio continuidad a la Dinastía de oos Bonaparte al casar con el famoso Príncipe “Plon-Plon”.

 El 10 de abril de 1808, a los seis años de su muerte, el Papa Pío VII la declaró Venerable y permitió el inicio de la causa de beatificación. Al cumplirse el bicentenario de este hecho la Asociación Internacional Reina Elena, dedicada al mantenimiento de la memoria de los Saboya, ha donado un precioso candelabro que se ha colocado ante la tumba de la Venerable para mantener viva la llama de su ejemplo.

JLSE

 

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