Sólo un 12% se declara decididamente en contra

Encuesta en Japón: un 68% de apoyo a una mujer en el trono del Crisantemo

La cifra ha bajado respecto a 2006, pero aún muestra un amplio respaldo popular a la posibilidad de que al príncipe heredero Naruhito le suceda su hija Aiko

El emperador, su esposa, los herederos Naruhito y Masako, y la hija de éstos, Aiko.
El emperador, su esposa, los herederos Naruhito y Masako, y la hija de éstos, Aiko.

El deseo del emperador Akihito de abdicar ha reabierto en Japón el debate entre tradición y modernidad en el seno de la casa imperial. Una de las cuestiones aún más delicadas es la exclusión de la mujer de la sucesión que proclama la ley, pese a que una mayoría de ciudadanos rechaza esa discriminación por razón de sexo.

Hace unos días el gobierno de Shinzo Abe aprobó el proyecto de ley que permitirá a Akihito abdicar. El pasado verano, el emperador provocó un verdadero “terremoto” político en Japón al anunciar que deseaba dejar en vida su responsabilidad como jefe de Estado.

Como esa posibilidad de renunciar no estaba ni siquiera contemplada en la legislación, las instituciones japonesas se pusieron a pensar el encaje normativo que se le tendría que dar a la abdicación. Ha habido mucho debate, diferencias dentro del partido gobernante, estudios... Al final la reforma sólo permitirá abdicar a Akihito, no abre la puerta a que ya sucesivos emperadores puedan abdicar.

La ley pasa ahora al Parlamento, y una vez concluya su tramitación se espera que el relevo de Akihito en su hijo Naruhito se haga efectivo en enero de 2018.

Una vez que Naruhito sea emperador, surgirá otro problema. Y es que el ahora príncipe heredero y su esposa la princesa Masako sólo tienen una hija, Aiko. La ley sálica que impera en Japón impide a las mujeres convertirse en emperatrices, por lo que la sucesión pasaría al hermano de Naruhito, Fumihito y después al tercer hijo de este, Hisahito, con esta norma discriminatoria.

Mayoría pero menor que hace unos años

El periódico Mainichi Shimbun ha publicado recientemente un estudio demoscópico sobre estas cuestiones relacionadas con la corona imperial y la mujer. La conclusión es que el 68% de los ciudadanos se muestra favorable a la posibilidad de que pueda haber una emperatriz, algo ahora mismo imposible por esa ley sálica.

Sólo un 12% respondió en ese sondeo que está en contra de que las mujeres puedan ponerse al frente del trono del Crisantemo, mientras que el resto no se decantaron por ninguna de las dos opciones.

Lo curioso es que el respaldo a igualar los derechos sucesorios femeninos y masculinos en la casa imperial es mayor entre los hombres, con un 72%, que entre las mujeres, un 65%.

Aunque sigue siendo ampliamente mayoritario el número de japoneses que apuestan por este cambio en la corona -y coincide con otras encuestas recientes-, el apoyo ha caído algo en los últimos años. En 2006, un 85% de los encuestados veían con buenos ojos que las mujeres pudieran llegar a ser emperatrices, y después del nacimiento de Hisahito (de diez años, tercero en la línea de sucesión) el fervor por este cambio ya cayó al 72%.

 

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