Acumulan suciedad, se han deformado...

Restauración de cuatro tapices del Palacio Real y del de Riofrío

Forman una de las series más importantes conservadas en Patrimonio Nacional. Se utilizan para actos oficiales y podrían destinarse al Museo de las Colecciones Reales

El Palacio Real de Madrid y otros palacios de Patrimonio Nacional albergan una gran cantidad de tapices muy ricos que cuelgan de sus paredes desde hace siglos. Eso obliga a una labor de mantenimiento y restauración: ahora le llega el turno a cuatro paños con diversas patologías.

Patrimonio Nacional va a destinar 94.000 euros para contratar a una empresa especializada que se encargue del servicio de restauración de cuatro tapices de valor histórico-artístico, atribuidos a Julio Romano, datados en el siglo XVI y pertenecientes a la tapicería 33 de las Colecciones Reales del Patrimonio Nacional.

Se trata de cuatro tapices con la temática “Emparrados y niños comiendo uvas”, de unos cinco metros de ancho por cuatro de alto. Este conjunto de cuatro paños constituyen una de las cuatro series de tapices más importantes de las conservadas por Patrimonio Nacional.

Actualmente estos tapices decoran el Salón de Alabarderos del Palacio Real de Madrid y el Palacio de Riofrío. Son obra del pintor Julio Romano y el tapicero Wilhelm Pannemaker y se elaboraron hacia 1560 entre Bruselas y Brabante.

Los cuatro paños fueron adquiridos por el rey Felipe II tras la muerte en 1586 de Antonio Perrenot Granvela, arzobispo de Manila que estuvo al servicio de los reyes Austrias españoles.

Estos tapices “presentan diversas patologías que hacen necesaria una intervención restauradora”. Al tener revelancia estética y tener valor decorativo, se han utilizado con mucha frecuencia para engalanar actos oficiales, sobre todo en el Palacio de El Pardo.

Según explica Patrimonio Nacional en los pliegos de contratación, “este uso ha acelerado su deterioro, siendo necesaria y urgente una intervención restauradora que permita recuperar su aspecto original”.

Los tapices presentan gran acumulación de suciedad por el uso; los relés están descosidos; tienen deformaciones o abolsamientos por tirones y cuelgues inadecuados, debido a su antigüedad; también presentan abundantes pérdidas de tramas de hilos por deshidratación de las fibras, urdimbres rotas y las falta el forro en algunos casos.

La empresa adjudicataria tendrá que trasladar los tapices a su taller, tomará fotos y medidas, aspirará las telas, las lavará en agua desionizada y detergente neutro, reparará las zonas a las que les falten hilos y forrará los bordes.

Tres de los tapices superan en valor los 600.000 euros: su valor es de 1,4 millones de euros. Por ello deberán ser trasladados al taller con un despliegue de seguridad y escolta para proteger los tapices. Las instalaciones también deberán de contar con medidas de seguridad, antiintrusión y antiincendios.

 

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